
Posible manual para interpretar al papa Francisco
En la edición N° 6 del informe estratégico “Calíbar el rastreador” se publica un extenso artículo sobre la relación del sumo pontífice con el gobierno de Mauricio Macri y el “incidente” con Scholas Occurrentes
"Yo
tengo por costumbre no fiarme nunca de la primera reacción que tengo
frente a una idea que se me ocurre o a una propuesta que me hacen. No me
fío nunca, entre otras cosas porque por lo general la primera reacción
es equivocada". En Francisco. El nombre de Dios es Misericordia. Planeta, Buenos Aires, 2016, pág. 25. Calíbar el rastreador, Informe Estratégico sobre la Argentina. Edición N° 6.
Increíble el lío que se armó con el Papa: que él dice lo que no dijo;
que quiere a unos y no a otros; que recibe solo a algunos, a los que
piensan como él; que hace política, que no hace política; que es
peronista, que es kirchnerista, que no es kirchnerista; que es
conservador, que es populista; que perdona, que es rencoroso.
Toda
una sucesión de motes y calificativos. Para que haya sido posible, fue
necesario que aparecieran voceros no calificados, intérpretes,
lenguaraces y aduladores.
Numerosos exponentes de la política argentina opinan sobre lo que hace y
no hace Francisco: conjugan, responden, alientan o se oponen a sus
palabras, y a sus gestos. La distribución de rosarios de mano del Santo
Padre también fue objeto de discusión. Cuántas veces sonríe o la
duración de los encuentros son interpretados como manifestación de
aprobación o rechazo del Santo Padre a sus interlocutores.
Todos
los días se amplía la lista de personas que dicen ser amigos de
Bergoglio, o que manifiestan que se encontraron con él, o que aseguran
haber recibido un mensaje escrito de su puño y letra o, los más
afortunados, un llamado telefónico. Como si el Papa tuviera más éxito que Jesús con la distribución de los panes.
Los políticos que viajan a Roma son clasificados aquí según dos
categorías: los que logran una foto con Francisco y los que no. Esta
situación surrealista solo es posible en un país como el nuestro, donde
el debate por el debate y el pensamiento mágico definen la agenda y
favorecen la presencia en los medios.
Es obvio que el uso de la figura del Papa reditúa, tanto como que los
argentinos somos afectos a transformar ciertos hechos normales en novela
del mediodía. Este entuerto tiene dos partes principales,
aunque no únicas. Por un lado, el mismo Papa, que para algunos consintió
y para otros impulsó esta situación. Señalamos a su favor que Francisco
ha preferido mantener relaciones frecuentes con nuestro país, un gesto
relevante teniendo en cuenta que ahora es una figura universal.
Decidió hacerlo de la manera que lo hizo siempre, a través de los
contactos personales (y de los contactos institucionales con los
obispos, como debe ser), sin mayores declaraciones.
El siguiente texto fue publicado en la edición N° 6 del informe estratégico Calíbar el rastreador.
Imaginémonos nuestra reacción si el Papa dejara de recibir a visitantes
argentinos. Por otra parte, el gobierno ha hecho de todo para mostrar
que quiere al Papa (y que ese sentimiento es recíproco) y que busca un
acercamiento hasta, incluso, trastabillar. El jefe de gabinete
de ministros se convirtió, inesperadamente, en intérprete del
pensamiento del Papa y en relator del encuentro de Francisco con Hebe de
Bonafini. También señaló que no había conflicto alguno entre el
Gobierno y el Santo Padre; y que Bergoglio no es kirchnerista ni de
Cambiemos, luego de afirmar que "son demasiados gestos para un lado y
pocos para el otro". Luego, anunció que nuestro país está
dispuesto a recibir a tres mil sirios en carácter de refugiados, en
respuesta a una preocupación del Papa.
Finalmente, el Gobierno intentó donar más de 16 millones de pesos a
Scholas Occurrentes, una institución mundial que Francisco estima
particularmente. Como se sabe, la donación fracasó. Con buen criterio,
Bergoglio solicitó a Scholas que no la aceptara, probablemente para no
generar mayores sospechas. La postura oficial fue que se aprobó la
donación porque "la solicitó Scholas"; en off, un vocero gubernamental señaló a Calíbar: "Creímos que el Papa estaba detrás de esta solicitud".
La única respuesta oficial de Francisco llegó de la manera más
inesperada: en una carta a Scholas, manifestó "temo que Uds. caigan en
la corrupción".
Nuestro primer pensamiento es que estamos frente a dos problemas: falta
de comunicación y falta de comprensión. De comunicación, porque resulta
evidente que los canales formales entre el gobierno argentino y el de
la Santa Sede han sido deficientes, al igual que los contactos
personales que, se dice, existen. Es de esperar que el nuevo
embajador argentino, Rogelio Pfirter, de destacada actuación y
experiencia diplomática, contribuya a revertir esta situación. Buena
elección del presidente Macri.
La ausencia de una comunicación entre las partes afectó también el
plano de la comprensión, provocando una lectura distorsionada de lo que
estaba pasando. ¿Cómo es posible que alguien creyera que la
decisión de donar a Scholas una millonada de fondos públicos favorecería
la relación con el Papa en vez de malograrla, o que moderaría en vez de
incrementar la sospecha de que hay conflicto entre el Gobierno y
Francisco?
La opinión sobre el Papa también dividió aguas al interior de
Cambiemos: mientras que resultaba evidente el oportuno esfuerzo del
presidente Macri para acercarse a Francisco y mejorar la relación, la
diputada Carrió marcaba fuertes diferencias. Más allá de los gestos, es
posible que haya habido o siga habiendo algunos obstáculos que
dificultan la relación, como sostuvo la vicepresidenta Michetti. Aquí
nos adentramos en el mundo de las interpretaciones. Proponemos algunas.
Allegados
a Bergoglio cuando era arzobispo de Buenos Aires sostienen que el
disparador del conflicto se debió a la posición favorable del PRO
respecto del aborto no punible y afirman que la reacción del cardenal
estuvo dirigida no tanto a Macri, por entonces jefe de Gobierno, sino a
uno de sus principales colaboradores. No tenemos prueba de
ello. Sin embargo, resulta elocuente la reciente declaración del
presidente Macri quien, ante el enviado del Papa al Congreso Eucarístico
Nacional realizado en Tucumán, defendió públicamente "la vida desde la
concepción hasta la muerte".
Otra clave para interpretar los gestos del Papa es conocer su formación y, por consiguiente, cómo piensa.
El Papa está formado en (y es parte de) la Iglesia; y su visión y
función es, sobre todo, pastoral. Le interesa la pobreza no como un dato
de la realidad sino como un flagelo que debe ser combatido y
modificado. Considera al capitalismo (y al comunismo) no como fuente de
riqueza o motor del crecimiento sino como causa de que millones de
habitantes del mundo estén en la marginalidad. Liberalismo y mercado son
dos conceptos (dos realidades) asociadas al capitalismo, merecen la
misma consideración. Bergoglio confía en los movimientos sociales porque
considera que asisten a las personas en situaciones graves como la
marginalidad, que el capitalismo no entiende, o desatiende.
Para Francisco (para la Iglesia),
el desarrollo no es solo individual, sino sobre todo colectivo. El Papa
cree en las instituciones de la familia y del matrimonio, que el
paradigma de la modernidad sostiene que están en crisis.
Francisco (la Iglesia) interpreta la realidad a través de un
pensamiento complejo que incorpora conceptos como la solidaridad, el
perdón, el consenso, la cercanía y la autoridad, que son categorías que
también forman parte de la política en general, aunque no de todas las
políticas en particular. Si bien están presentes en ambos marcos
valorativos, son conceptos que tienen un peso relativo diferente, y
cuyos significados varían.
En la nueva edición del informe Calíbar el rastreador también hay artículos sobre la Justicia, las inversiones y el blanqueo
Este es un dato clave porque nos permite inferir que el Papa realiza su
valoración teniendo en cuenta las políticas que se acercan y las que se
alejan de esta matriz ideológica, lo que le permite diferenciar los
buenos gobiernos de los malos: los primeros, los que se
preocupan por bajar los niveles de pobreza, los que buscan consensos,
los que generan trabajo, los que se ocupan también de los débiles; los
segundos, los que contribuyen a aumentar la marginalidad, los que
favorecen a los más ricos, los que rechazan acuerdos amplios.
En este sentido (aunque la traslación no es automática), es posible que
la reducción del gasto público, el aumento de tarifas y la disminución
de los subsidios sociales adquieran, desde la visión de la Iglesia, una
connotación negativa. Mientras que el gobierno de Macri considera que
estas políticas permiten sanear la economía del país, es posible que el
Papa considere que amplían la desprotección de los más débiles y que,
por lo tanto, requieren corrección.
Finalmente, la consideración de que ambas dimensiones –la solidaridad y
la política- están vinculadas, impulsó a Francisco a asumir una misión
trascendental, un rol moral, a renovar un mandato que, si bien no es
nuevo en la Iglesia, recobra vigor y actualidad. El Papa lo resumió de esta manera: "Cómo quisiera una Iglesia pobre y para los pobres".
Esta voluntad explica también la postura activista de Francisco frente a
lo que considera los males del mundo moderno; impone un estilo. Este es
un Papa que opina públicamente, asume posiciones fuertes, cuestiona la
realidad, marca diferencias con otros liderazgos.
Sin embargo, ninguna de las interpretaciones que hemos propuesto echa
luz sobre los criterios que aplica Francisco para aceptar o rechazar las
solicitudes de audiencia. Que el Papa recibe a los peronistas porque es
peronista es, a todas luces, una explicación insuficiente. A
pesar de las numerosas gestiones, nunca aceptó recibir a Hugo Moyano ni a
Sergio Massa, por solo mencionar a dos encumbrados peronistas; mientras
que no dudó en hacerlo con Oscar Parrilli apenas alejado de la
conducción de la ex SIDE. No creemos que haya otros casos en
los que el Papa haya recibido y se haya fotografiado con un ex jefe de
los espías de algún gobierno. Inexplicable en un líder, como Francisco,
que considera la comunicación una herramienta fundamental, que planifica
sus gestos, que le da valor a la palabra.
Igual
de inexplicable fue la actitud distante que le dispensó el Papa al
presidente Macri cuando lo recibió en el Vaticano. Algunos comentan que
fue en rechazo al liberalismo que presuntamente expresa el presidente
argentino Macri, sin advertir que Obama fue objeto de una recepción
cálida y de un gesto sonriente por parte de Francisco.
Algunos que dicen conocer al Papa desde los tiempos en que se
desempeñaba como obispo afirman que este tipo de actitudes anuncian que
Francisco tiene temas pendientes con el destinatario de sus gestos, un
comportamiento que le cuesta revertir. En definitiva, estas reflexiones
no se limitan a sostener que lo que dice (o no dice) y hace (o deja de
hacer) el Papa impacta sobre la política, cosa que resulta obvio, sino
que las lecturas políticas sobre Francisco deberían realizarse
atendiendo a una matriz conceptual diferente de la que es propia de la
política, y a un estilo muchas veces inescrutable.
Es posible que una mejor comprensión de estos hechos, de las diferentes matrices de pensamiento, y de los estilos (que juegan un papel importante) activen un acercamiento entre el gobierno y Francisco, que será progresivo. Es evidente que Macri lo desea y lo busca; pareciera que el Papa se encamina en la misma dirección.
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