viernes 10 de febrero de 2012
“Argentina es parte integrante del Imperio Británico”
Julio Roca (h) Vicepresidente de la República
Década Infame (1932-1938)
No
llama la atención que el discurso oficial se lleve más que bien, en
este caso, con el de Clarín y La Nación. No, para nada. Que los medios,
la “Corpo”, gerenciados por Goldman Sachs, coincidan con el gobierno
peronista de la Anglogold, Barrick Gold, Hoschchild, Pan American
Silver, A Grade Trading, Río Tinto, Yamana Gold, Xstrata, Goldcorp Inc,
Northern Orion, FMC Lithio Corp, BHP Billiton Corp. -ver www.mapadelsaqueodeloroargentino.blogspot.com- no
es ni casualidad, ni impone ningún tipo de contradicción. Son el poder
real, los paradigmas del saqueo y la entrega de un país rendido moral,
política, económica y militarmente al Imperio británico en 1982.
Hoy
día, ser un hombre fuerte del peronismo se perfecciona en tanto y
cuanto se tiene la oportunidad de sentarse en una mesa a negociar con un
CEO de la minería anglosajona porcentajes de la entrega de las riquezas
naturales de su provincia; el caso patético del gobernador electo de
Río Negro, el finado Carlos Soria, asesinado por su propia esposa por un
tema de plata, mucha plata, habla de un colapso moral que a los
argentinos nos va a llevar varias generaciones apuntalar, nada es
gratis, menos, venderle el alma al Diablo. Estaba aún tibio el cadáver
de Soria, cuando su vicegobernador, sí, vamos a nombrarlo, por esta
frase pasará a la historia, hombre del Frente Grande, de Chacho Alvarez,
un progre, Alberto Weretilneck, declaraba que los proyectos de la
megaminería autorizados por Soria en Río Negro se ejecutarían de todas
formas, porque “por ese sueño el Gringo había luchado” (triple sic).
Sí,
estamos tan pero tan mal, que el relato oficial nutre sus páginas más
gloriosas con apostillas de traiciones a la patria, de negociados
escandalosos, como si fueran arrebatos de guerrillas en la Sierra
Maestra. Ni más ni menos. Digamos que Soria no había muerto en vano. A
esa altura, la aparición del intendente de Catriel, Carlos Johnston, con
su automóvil repleto de dólares, no llamaba la atención, hombre del
Frente Grande, era socio político y comercial de Soria, ante el
asesinato de gobernador, sin conocer los pormenores, entró en pánico,
huyó a cualquier parte, dejó a la familia esperándolo con las brasas
para el asado, eso sí, los verdes, en el peor de los casos, con él
finiquitaban. Y sí, saben que cuando menos merecen ser muertos por sus
tropelías, bien que lo saben. Días antes habían sido suicidados un
secretario de comercio exterior y un cónsul en Bolivia. Sí, empezaba
fuerte el año de los mayas. El año en que la Presidenta daba muestras de
ser eterna, una Evita 5.1, a prueba de cáncer.
Ellos
son quienes mandan y ordenan en este pobre país en donde el día a día
es tan cruel que da ganas hacerse hippie y vivir en una nube lisérgica.
¿Alguien se acuerda del escándalo del caso Candela Rodríguez, o la red
de prostíbulos de Zaffaroni, o de las denuncias de Sergio Schoklender a
propósito de que recaudaban fondos para las Madres a punta de pistola, o
del anillo del Juez Oyarbide valuado en un cuarto de millón de
dólares?. La postal de esta mañana, con un guía de turismo francés,
Laurent Schwebel, apuñalado en Plaza San Martín, ante el Monumento a
los Caídos en las Islas Malvinas, para robarle su cámara fotográfica,
nos exime de mayores comentarios. Y en donde ver a un diputado nacional,
Díaz Bancalari, un traidor a prueba de balas, soportar una golpiza
humillante por parte de ex combatientes de Malvinas, nos da harto gusto;
sí, es cierto, le pegaron poco, no lo molieron a palos. Al día
siguiente CEW comparó a los ex combatientes con los milicos de la
dictadura; no pega una esta pobre mujer, lumpen con carteras de Louis
Vouitton, hija natural de un suboficial de marina destinado a los
astilleros de Río Santiago en la década del 50. Cristina Iº de Tolosa,
nuestra reina judía.
La
Presidente, en ese limbo de sumo autismo en donde mora, firmaba dos
decretos, uno, ordenando la apertura de un informe e investigación de un
General de 84 años entonces, 1982, Benjamín Rattenbach, en el cual de
forma insoslayable se pone a los combatientes de Malvinas en el quinto
infierno, ni dictado por Margaret Thatcher hubiera salido mejor ese
informe. Porque el viejo General, ni más ni menos, puso la lupa sobre la
impericia de su propia fuerza, el Ejército, al mando de la conducción
de la guerra, ignorando, sin ir más lejos, la épica de la Fuerza Aérea y
la aviación naval, el perfecto accionar de los Comandos del EA, o del
BIM 5 –Batallón de Infantería de Marina 5- al mando del Teniente de
Fragata Carlos Robacio, pidiéndole un día antes de la rendición de
Puerto Argentino al General Mario Menéndez el relevo del BIM 2, intacto,
sólo había participado en operaciones en la toma de las Islas el 2 de
abril, luego, acantonado en Puerto Argentino, perfectamente entrenado y
pertrechado, para seguir soportando a los británicos en las cuestas de
Tumbledown.
Sí
Menéndez, en vez de mandarle a los Infantes de Marina de Robacio,
“calzoncillos largos”, le hubiera mandado municiones, diez mil disparos
de obús había efectuado el BIM 5, o le habilitaba el BIM 2, 800
combatientes frescos, repito, perfectamente entrenados en la base de
Usuhaia para el combate en las heladas estepas patagónicas, otro hubiera
sido el destino de la guerra, conforme las declaraciones del Tte. Cnel
galés Toni Davies en 2007, a los 25 años de la Gesta, -cuando los
Kirchner no pudieron participar del acto oficial en Río Gallegos por el
conflicto docente en su provincia, sí, eran personas no gratas en su
propia tierra-, sosteniendo que habían ganado la guerra “por 48 horas”, a
propósito del percance provocado por el hundimiento del
portacontendores Atlantic Conveyor el 25 de mayo, en el estrecho de San
Carlos, con él, toda la logística, de municiones a hospitales de campaña
de la Task Force, al fondo del mar.
Davies,
de visita en Buenos Aires entonces, fue aún más allá, al declarar que
sus soldados también eran bisoños, no habían peleado ni en Irlanda, que
los FAL de fabricación argentina era mejores que los de ellos, los
originales belgas, que se trababan por el hielo, que si había un día más
de combate, lo más probable era que ellos se quedaran sin municiones.
Todo esto declaró hace cinco años Toni Davies nada menos que en
reportaje en el diario Clarín. Sí, cuando Magnetto era oficialista y
tomaba el vermú con Alberto Fernández y Néstor Kirchner en Olivos.
Ignora
también, no hace mención, le resulta irrelevante, al Gral. Benjamín
Rattenbach, que la Task Force, formada por casi 200 navíos, entre
transportes y buques de guerra, haya perdido en menos de 60 días de
combate en el atlántico sur el 40% de sus unidades, hundidas, averiadas,
fuera de combate, blancos de los muy bien coordinados y ejecutados
ataques de la aviación naval y la Fuerza Aérea. El año pasado, el
príncipe Andrés de York, en un lapsus memorable ante las cámaras de la
televisión británica, reconoció que siendo él tripulante del
portaaviones “Invencible”, nave insignia de la fuerza invasora, debieron
de soportar un serio ataque de la aviación argentina, el cual dañó el
buque; textualmente, él tuvo temor de ser encontrado cuerpo tierra,
carbonizado sobre la cubierta del buque, con el cubo mágico que
intentaba armar entonces con otro tripulante. No, el Gral. Rattenbach no
pudo estar al tanto de tal confesión, extra tempore.
En
una sola jornada de combate, el BIM 5 había diezmando un batallón de
paracaidistas escoceses, más de 800 hombres, aniquilando unos 300
gurcas, todos estos acontecimientos relatados por los protagonistas
británicos y subidos a youtube, no, no son información confidencial,
ésta, la Casa de Windsor la mantiene en secreto hasta el 2082. Es bueno
precisar, para conculcar el relato de Goldman Sachs, la progresía
intelectual y el periodismo militante, que el General Rattenbach
recomienda un solo juicio sumario y la pena máxima, un pelotón de
fusilamiento, es para el Tte. Cnel. Italo Poggi, jefe del regimiento de
correntinos, los famosos correntinos que iban a correr a los gurcas con
los facones.
Este
Regimiento, el de Infantería 12 General Arenales, de Mercedes,
Corrientes, al mando del Tte. Cnel. Italo Angel Piaggi, autor del libro
"Ganso Verde", promediando la guerra, del 26 al 29 de mayo, durante la
batalla de Pradera del Ganso, había recibido la orden expresa del
General Menéndez de resistir hasta el último hombre. A su vez, habían
escuchado por radio, cómo la artillería argentina recibía la orden de
bombardear nada menos que sus posiciones, por si les quedaba alguna
duda; sobre el caso podría dar testimonio el Gral. Martín Balza, oficial
en jefe de la artillería argentina en el combate. Sí, hasta ese
entonces, la Fuerza Aérea y la Marina, ésta a propósito del hundimiento
del crucero General Belgrano, llevaban las palmas de la gloria por
cantidad de efectivos muertos, o por las heroicas hazañas de los
aviadores. La estadística del Ejército era corta, debían de mantenerse
por encima de las otras fuerzas si pretendían seguir ejerciendo el
predominio político que les había permitido llevar a tomar el poder por
sendos golpes militares cinco veces durante el siglo XX.
Al
Regimiento de correntinos de mi amigo Marito Cordón lo mandaban a
degüello, así de simple, si reculaban, los iba a bombardear su propia
artillería. Esto lo hemos visto hace un par de años en una soberbia
película del francés Jean Jacques Arnaud, con las barcazas del Ejército
Rojo llegando a Leningrado, sitiada por los alemanes, soldados rusos
aterrorizados siendo fusilados por sus propios suboficiales y oficiales.
Sí, es una maldición la guerra, ya lo sabemos. El Ejército precisaba
cuando menos de 500 muertos propios, no llegó a las 200. Cuento la
anécdota de Marito Cordón – con quien fuéramos compañeros de trabajo en
la Biblioteca del Congreso hace más de 25 años- porque me sigue
emocionando. Luego de ser dado de baja sumariamente, o sea, sin derecho a
la defensa, privado de rango, uniforme y sueldo de por vida, era el
segundo jefe del RIM 12, siguió sosteniendo a su familia de cuatro hijas
y su esposa, trabajando por la noche en una empresa de limpieza antes
de entrar al Congreso. Sí, un Mayor del Ejército Argentino, ex
combatiente de Malvinas, limpiaba baños. El oficial al mando de ese
regimiento de correntinos, el Tte. Cnel. Poggi, junto con el Mayor Mario
Cordón, desobedeciendo las órdenes del Gral. Menéndez, les dan licencia
a su tropa replegarse, no estaban dispuestos a sacrificarlos, al
tiempo que ellos con el resto de oficiales y suboficiales se rendían y
entregaban a los británicos.
Por
tal accionar, Rattembach pedía el fusilamiento de Poggi, nunca
ejecutado. ¿Me pregunto, quién va a juzgar entonces al Gral. Benjamín
Rattenbach, Horacio Verbitsky, porque eso sí que es avalar una conducta
por cierto criminosa, cual es la de ordenar batir con artillería a la
propia tropa? ¿Quién puede sostener con seriedad y objetividad, pasados
30 años de la guerra, que el Informe Rattenbach se ajusta a Derecho,
conforme los códigos militares, las leyes de la guerra, el Derecho Penal
del mundo civilizado; no que fue una maniobra desesperada de un poder
militar en fuga, por lavar torpemente su conciencia?. No me caben dudas,
que la Comisión del Congreso, el “Observatorio” que seguirá la apertura
oficial del Informe Rattenbach, apunta a juicios de la “Democracia”
para con los militares acusados por el viejo General por “traición e
impericia”. Eso sí, el General Menéndez, gran traidor y entregador de
Malvinas, seguirá libre, dando sus históricas conferencias, siempre con
su pantalón de franela gris y su blazer azul, british.
Es
uno de los lugares más comunes del progresismo y de los organismos de
DDHH, insistir con la “entrega” del Astiz de las Georgias “sin haber
disparado un tiro”, asimismo, citando el Informe Rattenbach, sin haber
ni siquiera ojeado la primer página, hacer hincapié en el pedido de la
pena máxima para el marino represor. Falso de toda falsedad. La compañía
de buzos tácticos al mando de Astiz resiste en Georgias el ataque de
tres buques de guerra británicos, disparos de sus artillería, o sea de
cañones de 105 mm para arriba, durante dos interminables horas,
apoyados, como si fuera poco, por las dudas, con el asedio de un
submarino nuclear, –el submarino convencional Santa Fe que los asistía,
estaba fuera de combate, averiado-, hasta que el Tte. de Corbeta Lagos,
al mando de ambos contingentes, le ordena, conforme los códigos de la
guerra, el alto el fuego a Astiz, para evitar el aniquilamiento de la
propia tropa ante la desproporción de fuerzas.
Nadie
es condenado por semejante accionar. Tampoco lo fueron ellos.
Rattenbach tan sólo ordenó un sumario administrativo para con aquéllos
dos marinos. La resistencia heroica de “El Alamo”, llevado al cine
varias veces, o de cualquier historia militar semejante, como la de “El
Alcázar de Toledo”, o los “300” del desfiladero de las Termopilas, se
sustenta en que esta resistencia cerril puede ser indispensable para
sostener un frente, siempre y cuando haya una fuerza de apoyo en curso.
En el caso de las islas Georgias, este apoyo era inexistente. Entiéndase
bien, no estoy pidiendo la libertad de Astiz, ni nada parecido. Tampoco
la de Rolón, Pernías, Acosta, héroes del BIM 5.
El
29 de mayo del año pasado, el héroe de Monte Tumbledown, el
Contraalmirante Carlos Robacio, pasaba a la eternidad. No fue recordado
entonces ni lo será ahora, justamente en el día del Ejército Argentino,
una humorada del marino, decidir morir en tal día. El 3 de junio del año
pasado, el jefe del Regimiento de Infantería Mecanizada Nº 25, con
asiento en General Sarmiento, Chubut, el Tte. Cnel. Víctor Manuel Paz le
rendía honores militares junto a los caídos de su Regimiento en
Malvinas, los “Bravos del 25”. El Ministro de Defensa le ordenó 30 días
de arresto por tal gesto. Así están las cosas en este país, entregado
por 30 monedas de oro.
El
otro decreto firmado por Cristina Elisabet Wilhelm, promete la creación
de un hospital de salud mental para ex combatientes, burla infame a 30
años del conflicto, cuando durante tres décadas a los ex combatientes
les han negado lo más elemental, un desfile militar propio, de todas las
unidades en combate y de apoyo -el año pasado, en la apoteosis del
Bicentenario, lo hicieron de prepo, ante la cabeza gacha del poeta
gauchesco Aníbal Fernández, el único funcionario de primera línea
entonces en el palco, otrora con poder político -, cuando todos los
locos ya se han suicidado; 459 se han quitado la vida, más que los
muertos en las Islas en combate – exactamente 201 hombres, 194 de
Ejército y 7 de Gendarmería, descontando desde ya las víctimas del
Crucero Gral. Belgrano, más de 321, fuera de la zona de exclusión
bélica, o 55 hombres de la FAA, el BIM 5 pierde 16 hombres - al no
poder soportar la espalda de una sociedad que ha vivido despreciándolos
por haber cumplido con la Patria, por haber defendido el territorio
nacional invadido a costa de su sangre, peor aún, por haber tenido la
osadía de reivindicar esa gesta, convencidos como están los cipayos, que
Malvinas es una causa perdida, o que está muy pero muy mal molestar la
paz idílica de esos usurpadores, los kelpers, esa ficción jurídica
regida por una constitución dictada por la Corona británica, a Linda
Watson, ella, tan rubia, tan linda, empleados de las tres empresas de la
monarquía que operan en las Islas, o los ilusos (cobardes encubiertos),
que para hacer tiempo especulan con que las Islas serán recuperadas por
la vía diplomática, sin tomar en cuenta los recaudos de la Unión
Europea, alertada del tesoro petrolífero que yace en sus cuencas,
declarando a las Islas territorios ultramarinos de Europa en 2009,
conforme los Acuerdos de Lisboa.
Ni
qué hablar, por favor, de que en la cuenca de Malvinas haya en realidad
una cierta y gigantesca reserva petrolera, según los informes de Lula
da Silva al matrimonio Kirchner en su momento, superior a la del litoral
paulista, también, desde ya, a las agotadas del Mar del Norte, que han
hecho, para el caso, a Noruega el 10º productor de petróleo del planeta,
no, ni hablar del tema, no vaya a ser cosa que sea cierto, ¿no, qué
hacemos?, a ver si tenemos que ponernos a trabajar en serio, ir al
gimnasio todas las mañanas dos horas para bajar la repugnante panza que
portamos para estar alejados del mundo, si ni siquiera estamos en
condiciones de explotar el petróleo del continente y hemos vendido la
empresa de bandera, la más grande petrolera estatal del mundo, en su
momento, por monedas.
Esta
Argentina de remate, de todo por dos pesos, paisito de dos güitas,
mediocre hasta el hueso, mal alimentada, más educado, mal vestido,
poblado de gente francamente fea, ordinaria, embrutecida con el pan y el
circo de los planes trabajar y el fútbol para todos y todas, con el
paco y el tetra, alienada con las ínfulas de una tarjeta gold a como
sea, adicta de cualquier batata, shopping life, poblada de una clase
media tilinga y cipaya por deporte, full time, confundida tanto por las
vacuidades diarias de un relator deportivo uruguayo, como de las
manipulaciones de Felipe Pigna, Miguel Bonasso, Horacio Verbitsky y
Pacho O´Donell, no soporta la más mínima alucinación de soberanía, de
dignidad y grandeza, la verdad de la milanga es que le cabe de lo mejor
ser una putita, módica prostituta, ante de dejarse ganar por el pavor de
especular con ser protagonistas de alguna historia que valga la pena
antes de morir sin darse cuenta. El hospital de salud mental para ex
combatientes es el segundo que se anuncia, el anterior, está de más
decirlo, nunca fue terminado.
Casi
todos los meses son encontrados ex combatientes muertos, algunos, en
total abandono, comidos por las ratas, solos de toda soledad, en
pensiones infames. El año pasado se encontró uno que vivía en la selva,
alienado, descalzo, en Entre Ríos, cerca de Concordia, el Cabo 1º
Francisco Fherenbacher, alimentado por un hermano que una vez por semana
que dejaba comida; lo peor que le pasaba a este Cabo 1º de la Armada,
es que nadie le creía que había peleado en las Islas, tal su condena. A
principios de 2012, moría en el mar austral Alejandro Carranza, al
intentar unir Usuhaia con las Islas Malvinas en un kayac, el relato de
la expedición está trunco, conmueve, en el blog "Del Fin del Mundo a
Malvinas". Esta vez, no los dejaron ingresar a la Casa de Gobierno para
presenciar cómo la autista Reina Cristina de Tolosa, les donaba
magnánima un hospital de salud mental, al tiempo que no les da trabajo
genuino. Ellos se encargaron de maltratar a un “representante del
pueblo” para expresar su malestar, que va en aumento. Tal vez estén
hartos de matarse a sí mismos.
Hace
dos años, en el acto oficial de la Base Aérea del Palomar, la entonces
Ministra de Defensa, Nilda Garré, le prohibió la palabra un ex
combatiente en un nuevo aniversario de Malvinas, al no pasar el texto de
su discurso la censura previa de sus alcahuetes, ya que este soldado
recordaba con orgullo sus días de combate, su admiración por el oficial
al mando de su grupo, con quien compartió cantidad de enfrentamientos
con el invasor, siempre codo a codo, como la expresan la mayoría de
ellos, fueron 15 mil hombres en las Islas, otros tantos más en las bases
del continente, acuartelados durante tres meses, dando apoyo logístico,
motivo de orgullo de por vida.
Orgullo
bastardeado por todos los gobiernos de turno, sátrapas del Imperio, así
como por los grandes medios, intelectuales, periodistas, comunicadores,
cineastas, artistas, opinantes políticamente correctos, en donde
coinciden troskos progres que estuvieron al servicio de la Alianza, como
Beatriz Sarlo, como neoliberales peronchos que acompañaron a Carlos
Menem en el remate de la Nación, como el Tata Yofre, a colgados del
último subte, como Víctor Hugo Morales. Todo les han negado, la tan
mentada memoria, el subterfugio de la historia, reemplazada por el
relato oficial de turno, que hace el trabajo sucio con aparatos
propagandísticos propios de la peor dictadura, les han ido borrando con
la lavandina del oprobio todas y cada una de los horas que soportaron
estoicamente la agresión de la tercer potencia militar del planeta,
apoyada por la OTAN y los EEUU, más, la servil y artera colaboración de
la dictadura de Pinochet Ugarte. El lavado de cerebro a que ha sido
sometida la sociedad argentina en estos últimos 30 años, a propósito de
la cuestión Malvinas, conforme el mandato aristocrático de Lord Sir
Winston Churchill III, “hay que revolcar a los argentinos en el barro de
la humillación”, deja al bizarro mundo de La naranja mecánica narrado
por Stanley Kubrick a la altura de una boutade de Diego Capusotto. Tal
el motivo de la locura de los ex combatientes, no otro.
A
principios de 1989, en plena campaña para las presidenciales, el
entonces gobernador de La Rioja, hoy Senador Nacional de su provincia
por el FpV, Carlos Saúl Menem, según Jorge Antonio, hombre en quien nada
menos que Juan Perón había puesto sus ojos, con su look Tigre de los
Llanos y su poncho rojo al hombre, en gira por Río Gallegos proclamaba
que había que recuperar a las Malvinas a cualquier costo. Intendente de
la ciudad capital santacruceña era para ese entonces un alto y
desgarbado abogado que se había comenzado a enriquecer años antes,
durante la dictadura. En pleno vuelo hacia Buenos Aires, Menem recibe
un llamado telefónico del General Vernon Walters, hombre del Pentágono
para América del Sur, quien con tono amigable le recomiendo cambiar el
énfasis de su discurso sobre la cuestión Malvinas, ya que hay gente
menos amigable que él que lo más probable es que decidan asesinarlo,
así, en plena campaña. Menem, un hombre eminentemente práctico, acusa
recibo del mensaje. En un año y medio, con su canciller, Domingo Felipe
Cavallo, firma en Madrid los Acuerdos de Paz con el Reino Unido, la
reelecta Margaret Thatcher lo hace por los británicos, acuerdos más
oprobioso que recuerde nación alguna, salvo los de Versalles, entre
Alemania y sus vencedores, luego de la Gran Guerra.
A
la fecha, los Acuerdos de Paz de Madrid, deberían más bien ser llamados
Tratados de Paz de Madrid, tienen tanta vigencia como nulidad jurídica,
ya que por nuestra ley fundante, la Constitución Nacional, sólo el
Congreso puede tanto declarar una guerra, como firmar la paz. De hecho,
los militares de la Junta nunca le declararon la guerra a Gran Bretaña,
sabían de esos límites. Han pasado 22 años de la firma de tales tratados
del escarnio, los cuales, entre otras cosas, han significado la entrega
de nuestra petróleo, nuestra minería, nuestras reservas conforme el
pago de una deuda externa fraudulenta, nuestra soberanía y Fuerzas
Armadas, tan sólo resta la entrega del territorio continental para que
sea perfecta entrega, descontamos, nuestra conciencia social e
histórica, insisto, 22 años, de los cuales, 20 han sido de gobiernos
nacionales, populares, peronistas -superlativas Décadas Infames-, sin
que la clase política en pleno, insinúe el más mínimo atisbo de reacción
ante la brutal violación a que hemos sido sometidos por parte del
Imperio británico, con el subterfugio grosero de que la guerra fue
provocada por una dictadura genocida, cuando está más que probado que
fue un plan maestro diseñado y ejecutado con antelación, a partir del
incidente Davidoff, justamente, en las Georgias. Máxime, cuando en la
previa del enfrentamiento bélico, el plan del entonces presidente del
Perú, Belaúnde Terry, había tenido tanto consenso en la ONU, como ante
la Junta Militar, la administración conjunta era el plan del presidente
del Perú, abortada al ordenar Margaret Thatcher el hundimiento del
crucero Gral. Belgrano.
A
mi me sorprende poco y nada cuando escucho a la progresía, a sus orates
y vates, soportar el discurso contra la Gesta de Malvinas, apoyados en
que fue una barbarie más de los milicos genocidas, esta vez, victimando a
los pobres soldaditos, bárbaros, salvajes, algunos de ellos estaqueados
como Martín Fierro por haber carneado alguna ovejita para un asado
dominguero. Nunca, pero nunca, he escuchado a los mismos progres, orates
y vates, lamentarse por los casi cien conscriptos, soldados argentinos,
asesinados en sus puestos de guardia por la guerrilla de ERP y
Montoneros en los años previos a Malvinas, de 1970 en adelante, durante
la cierta aventura, improvisada, mal dirigida y peor equipada, de la
guerra revolucionaria inventada por Guevara de la Serna en La Habana,
promulgada en la Tricontinental de 1961, apropiada por John William
Cooke y ejecutada por un cuerpo de tareas fundado en una oficina de
inteligencia del Ejército de Lanusse. No, no les he escuchado un
lamento, una crítica, la más mínima insinuación de algún tipo de deuda,
de indemnización, -la especialidad de sus bufetes de abogados- para con
esos soldaditos y sus familiares. No, ni hablar de los policías
asesinados, federales y provinciales, no, esos eran todos cabecitas
negras.
Tampoco,
a la fecha, tenemos noticias de que algún fiscal del Estado haya
recibido instrucciones del Procurador General de la Nación, el jefe de
todos ellos, para que se levanten actuaciones a propósito de las
denuncias realizadas el 2 de abril de 2008 por el ex combatiente Silvano
Décima, tucumano, a propósito de las violaciones y fusilamientos por
parte de oficiales británicos, que sufrieran tanto él como compañeros de
batalla, luego de la rendición de Puerto Argentino. Noticia que fue
pública y notoria entonces, difundida por el noticiero de Canal 9. Están
a tiempo, los delitos de lesa humanidad, tanto como los crímenes de
guerra, conforme el Tribunal Internacional Penal, son imprescriptibles.
Siguiendo
la lógica perversa del progresismo neoliberal angosajón, reinante en la
Argentina en los últimos 30 años, no sería descabellado, conforme el
modus operandi impuesto por las usinas del poder central, divulgadas por
paniaguados como Baltasar Garzón, Horacio Verbitsky y demás operarios
de la sinarquía anglosionista, procesar a Juan Manuel de Rosas, Lucio N.
Mansilla, Ciriaco Cuitiño, por los crímenes de lesa humanidad,
violaciones a los derechos humanos, torturas, tormentos infamantes,
cometidos durante los años de la dictadura oprobiosa conocida como
Confederación Argentina, contra ciudadanos opositores, extranjeros,
incluidos, los ingleses, franceses, italianos, mercenarios belgas y
alemanes, espías brasileños, desaparecidos en manos de la Mazorca
durante los años aciagos del bloqueo anglofrancés a los ríos argentinos.
A
Doña Cristina Iº de Tolosa se le escapa la libre cuando aprovecha el 20
de noviembre para hacer una kermese a orillas de río Paraná, sin poder
jugar nada más que Peón4Reina, dándole letra con el bombo una semana a
la claque de Orlando Barone, por temar a dar un paso en falso, pisar una
cáscara de banana arrojada por Magnetto, tropezar con un lingote de
oro. Sin ir más lejos, Baltasar Garzón pretendió procesar al
Contraalmirante Carlos Busser por violaciones a los derechos humanos de
un espía chileno durante el conflicto de Malvinas. A ver si nos
entendemos, espía de la dictadura pinochetista colaborando con el
invasor británico. Sí, suena increíble. Recordemos que el BIM 2, al
mando de Busser, fue quien recuperó las Islas el 2 de abril, de forma
pacífica, con la sola muerte del Capitán de Fragata Pedro Giachino.
Sí,
es cierto, la crisis terminal del capitalismo y la debilidad moral y
material del Imperio Británico, hoy día, hacen la cuestión de la
recuperación de las Islas, una problemática abordable. Gran Bretaña en
año pasado se desprendió del último portaaviones que poseía la Royal
Navy, justamente, el Invencible. Esto le impide tácticamente plantear
una nueva hipótesis de conflicto porque no tendría superioridad aérea
para el más mínimo enfrentamiento, así las cosas, sería inviable
cualquier tipo de abastecimiento, tanto para los kelpers, como para los
efectivos estacionados en las Islas. Incluso ante los vetustos Mirage,
A4B y Súper Etendard de nuestras fuerzas, deberían pactar tregua y
negociación. Luego, todo no deja de ser una mascarada de cartón pintado,
con la militarización “nuclear” (sic) del Atlántico Sur. El show
mediático montado por el oficialismo, así como por Cameron, les viene de
perillas a ambos. Pura cortina de humo para distraer durante un largo y
difícil año la opinión pública, británica y argentina, de sus crisis
internas. Insisto, es demencial reiterar amenazas nucleares para
soportar un bastión colonial, no lo soporta ni un guión de Ray Bradbury
ese argumento.
Eso
sí, que ni en chiste se le ocurra al UNASUR ir más allá de las
provocaciones de pantalla; el “suicidio” de Ivan Heyn, Secretario de
Comercio Exterior, precisamente, en un hotel montevideano, en donde
desapareció la cámara de seguridad el piso, es un mensaje mafioso del
M16 para Mugica de no tan difícil lectura. Entonces, el bloqueo a los
buques de bandera de Malvinas, no deja de ser un subterfugio –ni en
broma bloquear buques de bandera inglesa-, habida cuenta de que los
hermanos uruguayos, chilenos, peruanos, bolivianos, brasileños,
venezolanas, ecuatorianos, cubanos, todos, saben que el poder económico
de los Kirchner está asentado en fenomenales negociados con empresas
mineras y petroleras anglosajonas. Todo no deja de ser entonces una
mascarada, una mise en scene. Una nueva burla. Circo Beat.
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