Malvinas: el contexto histórico en el que se dio la recuperación de 1982
Martes, 14 de Febrero de 2012 00:01 |
El contexto histórico en el que se dio la recuperación de 1982
Por Joaquín Piat
A
través de los años, y nuevamente en estos últimos días ante las nuevas
pretensiones de Gran Bretaña, el tema Malvinas ha dado bastante para
hablar, pensar y por cierto opinar; no obstante, en reiteradas ocasiones el análisis objetivo de los hechos estuvo ausente,
especialmente cuando se cae en el error bastante común de ideologizar
todo lo que se discute, no importa a veces que el tema sea una
nimiedad.
En
referencia a lo expresado, no tengo pruritos en decir que “quitarnos
la camiseta” para discutir asépticamente algo ... todavía nos cuesta
bastante a los argentinos.
Vaya
un ejemplo; la gran mayoría de nuestros compatriotas están convencidos
de que el tema Malvinas es una verdadera causa nacional, pero… la
decisión de formalizar el acto de recuperación en 1982, o sea de
ejecutar la maniobra militar propiamente dicha, fue un exabrupto del
mandamás de turno deseoso de perpetuarse en el poder.
Lamentablemente, para muchos ahí finaliza el análisis, y por lo tanto la
interpretación de los diversos sucesos que generaron el conflicto.
Personalmente considero que tal afirmación constituye una verdad parcializada y estimo que la sociedad debería conocer con mayor fundamento lo ocurrido.
Ya
fuere por la liviandad con que a veces tomamos los hechos o por alguna
mala intención en que las cosas permanezcan sumidas en la confusión,
pero reitero, la idea general es que un cierto día un mefistofélico
personaje, detentador de todo el poder, luego del desayuno y mirando
por la ventana, se le ocurrió que ese podría ser un buen momento para
recuperar las islas por la fuerza.
Con lo expresado no niego que hubo oportunismo político en esas circunstancias;
pero me permito agregar que ello no nos puede causar gran sorpresa,
pues son una muestra más de las falencias y debilidades del ser humano,
especialmente cuando se codea con el poder; para comprobar lo anterior
basta con repasar la historia o simplemente leer de vez en cuando los
diarios, tanto nacionales como extranjeros en donde los ejemplos
sobran.
Hoy
la atención de la mayoría de los argentinos ha sido azuzada hacia
objetivos mucho más prosaicos y cercanos; pero si nos detenemos por una
parte a asociar lo ocurrido en 1982 y sus consecuencias, y por otra a
la actual situación de nuestras FFAA, y agregamos al análisis una idea
varias veces expresada, sobre la probabilidad de que en los próximos
años las potencias dominantes centren su interés sobre nuestros recursos naturales
(tengamos en cuenta el cambio climático, el agotamiento de los
hidrocarburos, la escasez de agua potable, etc.), probablemente
lleguemos a conclusiones interesantes.
Ahora,
si persistimos en nuestra presente modalidad y no ampliamos nuestra
capacidad de deducir, si somos limitados en imaginar con acierto las
posibles implicancias de estos hechos para con nosotros, conformándonos
solamente con los enfoques parciales, probablemente dentro de
veinticinco años y en forma similar a lo ocurrido con Malvinas, estemos
o alguien estará, iniciando un debate para analizar por que perdimos o
dejamos de controlar parte de la Patagonia argentina, o el acuífero
Guaraní, o lo que fuese.
Principales hechos diplomáticos
Pero
volviendo a Malvinas y para no caer en la misma actitud de lo que con
sentido positivo estoy criticando, a continuación intentaría completar
de manera más que sucinta aquella parte que según mi visión,
generalmente está faltando de hacer conocer al gran público: las causas principales que dieron lugar a los sucesos ocurridos en el Atlántico Sur hace un cuarto de siglo atrás.
En enero de 1833
la Argentina perdió su soberanía sobre las Islas Malvinas; no obstante
desde aquellas circunstancias nuestro país persistió en un permanente reclamo, realizado en todos los ámbitos del escenario internacional que
se consideraron apropiados; esto según los expertos, proporcionaba a
los argentinos un antecedente de peso en la prolongada contienda
diplomática.
Finalizada la Segunda Guerra Mundial, otro hecho favoreció las pretensiones nacionales; la recientemente creada Organización
de las Naciones Unidas en el Capitulo X de su Carta, invitó a los
Estados Miembros que todavía detentaban Colonias, a que indicasen que
territorios serían considerados en aptitud de ser descolonizados.
Para sorpresa y beneplácito de los argentinos, dentro
de los cuarenta y tres lugares enunciados por Gran Bretaña con
posibilidades de cambiar de estatus, figuraban las Islas Malvinas.
Aquella intención declamada al mundo por el Reino Unido, totalmente auspiciosa para nuestro país, con el tiempo fue esfumándose;
entendemos que dicho proceder no fue una demostración del “sense of
humor” británico para con nosotros, sino que el cambio de actitud,
seguramente fue debido a una rejerarquización de antiguos intereses
nuevamente valorizados por la conducción política del ex imperio.
A pesar de la frustración argentina, la
fortuna volvió a acompañar a nuestro país en 1965, cuando nuevamente
las Naciones Unidas, mediante la Resolución 2065 invitaron a negociar a
las dos partes en disputa.
Esta
situación, en donde por primera vez su frente diplomático había
perdido parte de la total libertad con que se movía hasta la fecha,
llevó a Gran Bretaña a plantearse las siguientes opciones:
A)
Negociar, vislumbrando que a la larga había un gran posibilidad de
tener que ceder las Islas, bajo la presión de los sólidos argumentos y
la persistente acción diplomática de la Argentina durante más de un
siglo;
B) Dilatar las conversaciones en forma indefinida, algo en que los británicos disponían de sobrada experiencia;
C) Cerrar casi totalmente las discusiones y prepararse para un conflicto armado.
La
conducción británica eligió la segunda de las opciones, pero como
experimentados diplomáticos que fueron a través de toda su historia,
con una total lógica en su razonamiento, comenzaron a prepararse para
una posible consecuencia de la actitud asumida, la eventualidad de
desembocar en un conflicto armado; es decir paralelamente también se dedicaron a prepararse para la opción C.
El plan británico para desencadenar el conflicto
En
1976 las Fuerzas Armadas británicas inician un planeamiento militar
con respecto al problema de las islas del Atlántico Sur; entre los
criterios que orientaron la redacción del mismo, estaba la necesidad de que los argentinos inicien primero las hostilidades;
ello permitiría desentenderse de la discusión diplomática impuesta por
la ONU y por otro lado crear la Fortaleza de la Fackland, un objetivo
buscado hacía tiempo por los estrategas militares del Reino Unido.
El
final de la década de los 70 y los comienzos de la del 80, encontraron
a los gobiernos de ambos países con graves problemas económicos,
sociales y políticos. Asimismo, del lado argentino y para el caso
particular de Malvinas, las tratativas dejaban un sabor amargo al
diluirse en el tiempo las esperanzas acumuladas; mientras por la parte
británica, además de los pesados problemas que arrastraba el gobierno
conservador, y particularmente la Royal Navy, antigua reina de los mares y herramienta principal de la formación del Imperio, que había
sido condenada a una fuerte reducción como consecuencia del papel casi
secundario, que en el planeamiento de la Organización del Tratado del
Atlántico Norte (NATO) se le había asignado (la protección de los pozos
de petróleo del Mar del Norte).
En
resumen, de darse un conflicto de características nacionalistas, los
gobiernos se verían apuntalados por sus respectivas sociedades. No está
demás agregar que esto se cumpliría en los comienzos de la contienda,
posteriormente, el hecho se convertiría en el certificado de defunción
para aquellos componentes del Estado, cuyas fuerzas armadas no
consiguiesen la victoria.
El "Plan Esquemático" de Argentina
A
comienzos de 1982 y coincidente con las dilaciones británicas, el
planeamiento militar argentino había producido el denominado Plan Esquemático, que luego se materializó en la conocida Operación Rosario, cuyo objetivo político era muy claro y preciso: ocupar las Islas para negociar.
En dicho plan había una decidida actitud de evitar bajas al enemigo,
pensando con ello esquivar un conflicto armado de envergadura. Otro
aspecto destacable del mencionado planeamiento lo constituía su fecha de realización, prevista inicialmente a mediados de mayo del 82;
con ello se pretendía, en caso de una repuesta militar británica,
imponer mayores condicionamientos a la misma debido a las más que
exigentes condiciones climáticas, consecuentes con el arribo del
invierno a la zona de operaciones.
Las provocaciones británicas y la Operación Rosario
Si
tenemos en cuenta que para los británicos era deseable que los
argentinos desaten la chispa que inflame el conflicto, no resultan
inexplicables las agresiones a las oficinas de LADE o al personal de
ENTEL en el todavía Puerto Stanley, o lo acaecido en las islas Geogias
durante marzo de 1982, entre desarmadores argentinos de una estación
ballenera y una unidad naval del Servicio Antártico británico.
Estos
sucesos, entre otros del tipo, además de ir soliviantando la opinión
pública, originaron que los mandos argentinos decidan el adelanto de la
Operación Rosario, bajo el temor de que los británicos refuercen militarmente Malvinas. Producto
de una operación militar correctamente concebida y ejecutada, el 2 de
abril las Islas retornan a la soberanía argentina; a partir de ello
debían ser puestas en ejecución las previsiones para mantener
únicamente una pequeña fuerza de control del orden público en la zona, e
iniciar la batalla diplomática en las Naciones Unidas.
Operación Corporate: en dos días se arma la flota británica (ya estaba lista)
No
obstante, a partir de un excelente trabajo de inteligencia y ya
obtenidas las condiciones para poner en ejecución un plan desarrollado
con mucha anticipación, el Reino Unido, solamente dos días después de haber sido desalojados de las Islas, inicia la operación Corporate, reuniendo
casi de inmediato más de cien navíos, varios escuadrones aéreos de la
Royal Navy y Royal Air Force y alrededor de veinticinco mil hombres.
Cambio de estrategia argentina: defensa de las islas
La rapidez de la reacción británica sorprende a la conducción argentina;
como también sorprende la descomunal repuesta favorable que da el
pueblo a la noticia de la recuperación de las islas. Estimo que a
partir de ello se cometió uno de los errores más perniciosos de la campaña, el presidente argentino cambia el objetivo político sostenido hasta ese momento: en lugar de “ocupar para negociar”, se pasa al de “defender las Islas” ante la marcha de la Fuerza de Tareas 317.
Se inicia así para las Fuerzas Armadas nacionales, una carrera contra el tiempo
tratando por una parte de preparase para contener la arremetida
británica y por otra, no perder de vista la actitud de alguno de los
países vecinos sospechados de una posible colaboración con el Reino
Unido; temores que luego fueron confirmados con los hechos.
¿Fue
una total irresponsabilidad del gobierno argentino de ese período?
¿Hubo candidez diplomática a lo largo de los años? ¿Fue una
irracionalidad del presidente de facto, azuzado por intereses de menor
cuantía y el apoyo casi irrestricto expresado por el pueblo y la clase
política del momento? ¿O fue un encadenamiento de acciones, sucesos y
frustraciones, que una de las partes consiguió manejar mejor que la otra
en la búsqueda de los objetivos buscados? Se entiende que los datos
aquí vertidos en forma más que sintética, podrían motivar al lector a
sacar sus propias conclusiones y lo que es mejor aun, impulsarlo a
profundizar el conocimiento de lo acontecido.
No está demás expresar que luego del conflicto, Margaret Thacher consiguió su segundo mandato; mientras que la Royal Navy mejoró su presupuesto,
evitó la desactivación de varias unidades y rejerarquizó su papel
tanto en la defensa nacional como en el planeamiento combinado con la
NATO; mientras en Malvinas, además de que la Fackland Island Company
continua con su negocio ganadero, se construyó una gran base aérea
equipada con modernos aviones de combate, y en estos momentos hay una
dotación de soldados que según dicen, supera a la cantidad de población
civil; en síntesis la pretendida Fortaleza de las Fackland, es una
realidad.
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