Estimados amigos y colegas,
Con motivo del muy pobre conjunto de medidas anunciadas por
la presidente Cristina Kirchner ante las renovadas agresiones
británicas en nuestras Islas Malvinas, les dejo a continuación algunos
elementos que espero aclaren un poco las cosas. Si están de acuerdo,
les ruego por favor nos ayuden a difundirlo lo más ampliamente posible:
1) Artículo “¡Risas inglesas sobre Islas Malvinas!” publicado el 11-Feb-2012 en mi blog en RT – Russia Today (Ver abajo). Link: http://actualidad.rt.com/mas/blogs/salbuchi/blog_36040.html
2) Entrevista televisiva realizada el 10-Feb-2012 en el programa “Detrás de las Noticias” por RT – Russia Today - conducido desde Nueva York por la periodista Eva Golinger. Link: http://www.youtube.com/watch?v=tAmMwNuxpxQ
3) Entrevista televisiva realizada el 08-Feb-2012 en el Noticiero de RT en Español. Link: http://www.youtube.com/watch?v=uIKCYVSwaP0
"¡Risas inglesas sobre Islas Malvinas!"
11 de febrero 2012 | 03:39
A medida que se acerca el próximo 2 de abril – trigésimo aniversario
de la Guerra de Malvinas- los medios de prensa occidentales propagan
noticias sobre supuestas “crecientes tensiones entre Gran Bretaña y
Argentina”. La verdad, sin embargo, es que los británicos meramente
necesitan reconfirmar urbi et orbi su
soberanía sobre aquellas islas desoladas, barridas por el viento, ricas
en petróleo y estratégicamente ubicadas del Atlántico Sur.
De
manera que cuando Reino Unido despachó su destructor más potente –el
modernísimo ‘HMS Dauntless’- y un submarino nuclear a las Malvinas,
seguramente aguardaban con jocosa expectativa la previsible reacción de
la presidente argentina Cristina Fernández de Kirchner.Pues mientras que
a lo largo de las últimas tres décadas los británicos se dedicaron a
erigir una poderosa base militar nuclear en Malvinas que sirve los
intereses estratégicos del Reino Unido y EE. UU. en la región, como
castigo por haberse atrevido a recuperar esas Islas en 1982, a la
Argentina se le impuso una “democracia” de corte estadounidense
controlada por el poder del dinero.
De
forma tal que desde que la “democracia” regresó a Argentina en 1983, sus
sucesivos gobiernos han ido de mal en peor, hundiendo al país cada vez
más. Desde el presidente Raúl Alfonsín (que condujo al país
directamente a un colapso hiperinflacionario en 1989), pasando por los
presidentes Carlos Menem (quien de la mano de su ministro de Relaciones
Exteriores, luego de Economía y miembro de la Comisión Trilateral,
Domingo Cavallo, desmanteló la economía y las Fuerzas Armadas); Fernando
de la Rúa (quien en 2001 arrastró al país a ciegas al peor colapso
financiero de su historia… ¡y lo trajo de vuelta a Cavallo!); Eduardo
Duhalde; hasta Néstor Kirchner y su hoy sucesora-esposa elegida “a dedo”
por él mismo: Cristina Fernández de Kirchner. En verdad, los Kirchner
simpatizan tanto con los grupos terroristas de los años setenta cuya
violencia preparó el camino para el golpe militar de 1976, que muchos de
sus miembros hoy ocupan cargos relevantes en su gobierno.
Estos
sucesivos gobiernos de la “democracia” tienen algo en común: han
mantenido en alto dos banderas clave en total alineamiento con los
intereses y objetivos de los Dueños del Poder Global:
1)
JAMAS investigaron el origen mayormente ilegítimo de la gigantesca
deuda externa argentina contraída bajo el régimen cívico-militar que
usurpó el poder entre 1976 y 1983. Dicha deuda debiera ser repudiada
como “Deuda Odiosa” según las leyes internacionales; y, para asegurarse
que lo que arriba indicado jamás se haga y que los Dueños del Poder
Global mantengan su control integral sobre el país,
2)
DESMANTELAR SUS FUERZAS ARMADAS – Esto ha sido casi plenamente logrado;
hasta tal punto que hoy la credibilidad y capacidad disuasiva militar
argentina es nula; no sólo ante Gran Bretaña (y EE. UU.) contra quienes
luchamos en 1982, sino ante vecinos tradicionalmente aliados con Gran
Bretaña y EE. UU. como Brasil y Chile, quienes sí mantienen fuerzas
armadas modernas, profesionales y creíbles.
De
manera que cuando la presidenta Kirchner habló por cadena nacional de
radio y televisión para anunciar lo qué su Gobierno hará ante la
renovada agresión colonialista británica, ella dijo que:
1)
Argentina denunciará el “colonialismo” británico ante la ONU (...los
ingleses sólo son colonialistas desde hace unos cinco siglos…);
2) El
Gobierno argentino divulgará el contenido del “Informe Rattenbach”
redactado hace casi treinta años por un general fallecido, en el que
demuestra que la junta militar liderada por el General Leopoldo Galtieri
cometió un cúmulo de errores políticos, diplomáticos, militares y
estratégicos (¡como si no nos hubiéramos enterado de ello!), y
3)
Argentina jamás, jamás contemplará acciones militares contra el Reino
Unido en Malvinas (¡cómo si tuviéramos capacidad para hacerlo!).
Todo esto sonó como música para los oídos británicos...
Pero,
¿porqué tanto ruido y justo ahora? De lo que se trata –y siempre se ha
tratado– es de preservar cuatro objetivos geopolíticos
angloestadounidenses:
1) Preservar su poderío geopolítico sobre el Atlántico Sur;
2)
Proyectar el poderío angloestadounidense sobre la Antártida, dónde los
reclamos territoriales del Reino Unido y EE. UU. se superponen con
similares reclamos de la Argentina (que prácticamente se ha retirado del
Continente Blanco), y Chile (que no constituyen problema por ser un
tradicional aliado del Reino Unido);
3)
Proyectar el poderío estadounidense y británico sobre la inmensamente
rica y peligrosamente sub-poblada Patagonia Argentina, cuyas costas
miran hacia las Islas Malvinas, y –último pero no menos importante-
4) ¡Petróleo!
El
petróleo es siempre un factor clave para las “democracias
occidentales”, que sus obedientes multimedios globales procuran
desenfatizar. Sea en Libia, Irak, Irán, Afganistán, Venezuela o… en el
Atlántico Sur… Recientes estimaciones indican que en la plataforma
continental debajo del Mar Argentino, de cuyas aguas relativamente poco
profundas sobresalen las Islas Malvinas, existen reservas por unos 8.300
millones de barriles de petróleo. Una cifra tres veces superior a las
reservas británicas, colocándolas en el decimoquinto lugar de las
reservas petrolíferas mundiales.
No
habrá entonces de sorprender los miles de millones de libras esterlinas y
dólares que se están canalizando para explotar el petróleo malvinense,
tan importante en momentos de crecientes tensiones en Medio Oriente y en
el Golfo Pérsico.
Gigantescas
petroleras como Hess, Noble y Murphy (EE. UU.), Cairn Energy, Premier
Oil (Reino Unido) y, Anadarko Oil de Houston, están operando a toda
marcha. Anadarko es un caso interesante: cuenta en su directorio con el
General Kevin Chilton (ex comandante militar del Comando Estratégico
Militar de EE. UU.) y el ex funcionario del Pentágono, Preston M. Geren
III.
A su
vez, la firma Rockhopper UK Exploration, anunció que ha hallado reservas
estimadas en unos 700 millones de barriles cerca de las costas
malvinenses.
Dicen
algunos observadores agudos, residentes en las costas patagónicas
argentinas, que tras los “anuncios” de Cristina Fernández de Kirchner
del martes 7 de febrero, cuando el viento sopla desde las Islas Malvinas
casi pueden oírse las risas británicas…
En
verdad, el más fundamental sentido común geopolítico indica que mantener
fuerzas armadas creíbles resulta absolutamente vital para todo país que
se respete a sí mismo. No para atacar a nadie –eso hay que dejárselo a
EE. UU., Reino Unido, la OTAN e Israel, que lo hacen permanentemente–
sino como defensa y disuasión ante, precisamente, esos mismos países.
En el caso de la Argentina, Inglaterra tiene malos antecedentes ya que
-a lo largo de los últimos trescientos años– trató repetidamente de
invadir a ese país.
En
realidad, Cristina Fernández de Kirchner solo hizo aquello que todos los
políticos argentinos hacen con inusitado talento: o sea, nada.
Pues los “anuncios” de Kirchner del martes pasado no solo fueron
aplaudidos por su propio partido, sino por la casi totalidad de la mal
llamada “oposición”. Claramente, ella no es la única responsable. Por
allá por el año 1990, bajo el presidente Carlos Menem, Argentina
suscribió lo que muchos en ese país consideran su “Tratado de
Versalles”, en alusión a similar tratado devastador impuesto en 1919
sobre una derrotada Alemania por Reino Unido, Estados Unidos y Francia.
Domingo
Cavallo, ministro de Relaciones Exteriores de Menem, negoció la
rendición incondicional argentina ante Gran Bretaña, suscribiendo un
tratado convertido en Ley No. 24.184 por casi unanimidad en el Congreso
argentino el 11 de diciembre de 1990. Mediante el mismo, Argentina abría
su economía a la desregulación, privatización y endeudamiento
irrestrictos, y desmantelaba sus Fuerzas Armadas, especialmente en la
crítica zona patagónica. Poco tiempo después, se suscribieron tratados
similares con EE. UU. y la Unión Europea.
La
realidad es que hoy Argentina no es un país soberano, ya que la
independencia nacional presupone que existe la voluntad de ser libres;
aún a riesgo de ir a la guerra. En verdad, el último bastión de la
soberanía nacional de todo país son sus fuerzas armadas. ¡No así en el
caso de la República Argentina! Pues al no disponer de fuerzas armadas
creíbles, más que una nación “soberana e independiente”, Argentina es
meramente un país “aún no invadido”.
Pues
si mañana se decidiera en Londres, Washington, Brasilia, Santiago, la
OTAN o Tel Aviv llevar a cabo alguna intervención militar contra
Argentina, no habría absolutamente nada que ese país pudiera hacer para
evitarlo. Los británicos saben muy bien que esto es así. Será por eso
se ríen tanto…
Adrian Salbuchi para RT en Español
Adrian Salbuchi es analista político, autor, conferencista y comentarista en radio y TV de Argentina.
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