Alerta | ECONOMIA |
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Complicado (1): ¡607.000 millones no alcanzan...!
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Idesa).
El sector público presenta un alto y creciente déficit, por eso
necesita cobrar más impuestos. El origen de los desequilibrios radica en
decisiones avaladas con amplios consensos, como las estatizaciones, las
moratorias previsionales, el aumento del empleo público y el atraso
tarifario. El hecho de que todo lo recaudado por el impuesto a las
ganancias de las personas financie apenas un cuarto de los subsidios a
empresas públicas y privadas ilustra la magnitud fiscal de estas
decisiones. Por eso, carece de lógica avalar estas políticas y
simultáneamente rechazar el aumento de impuestos a las ganancias. A
menos que se pretenda que el mayor gasto público lo paguen los más
pobres con más impuesto inflacionario.
La demanda social por elevar el mínimo no imponible del impuesto a
las ganancias genera cada vez más adeptos y apoyos entre los sectores de
ingresos medios y altos. Incluso ha llegado a ser motivo para lanzar el
primer paro nacional contra el actual Gobierno. La justificación para
solicitar el aumento del mínimo no imponible es que para muchos
asalariados el impuesto implica una reducción de su remuneración real ya
que con incrementos de salarios nominales que apenas compensan la
inflación una mayor incidencia del impuesto trae aparejada una reducción
del salario “de bolsillo”.
Desde el punto de vista individual el razonamiento es correcto.
Mientras que en el año 2000 el impuesto a las ganancias alcanzaba a un
asalariado que ganaba 3 veces el salario promedio, en la actualidad
comienza a afectar a gente que está cerca del salario promedio. Para
buscar las causas de este avance de presión tributaria sirve observar el
estado de las cuentas públicas. Según datos de la Secretaría de
Hacienda de la Nación correspondientes al periodo que va entre mayo del
2011 y abril del 2012 se observa que:
> Los ingresos anuales del Estado nacional se ubican en $ 607.000 millones, es decir, el equivalente al 27% del PBI.
> Los egresos anuales del Estado nacional fueron $ 644.000 millones o 29% del PBI.
> Por lo tanto, el déficit fiscal del Estado nacional asciende a $ 37.000 millones o aproximadamente 2% del PBI.
Esta información oficial muestra que la situación fiscal del Estado nacional es apremiante.
A esto hay que agregar los desequilibrios de los Estados
provinciales y municipales. El dato más significativo es que la
población nunca pago tantos impuestos como en la actualidad –la presión
tributaria supera al 35% del PBI– y, sin embargo, el esfuerzo es
insuficiente ya que los tres niveles de gobierno presentan déficits
fiscales altos y crecientes. Esta situación explica la búsqueda de la
Nación por aumentar recursos fiscales vía la no actualización de los
mínimos no imponibles de ganancias y varías provincias lo hagan
revaluando los inmuebles o aumentado el impuesto a los ingresos brutos.
Las causas de estos desequilibrios fiscales son decisiones que
gozan de amplios consensos o, al menos, no generan grandes rechazos. Se
trata de las estatizaciones de empresas (Aguas Argentinas, Aerolíneas
Argentinas, YPF), de jubilaciones otorgadas sin aportes con las
moratorias, del no ajuste de tarifas de servicios públicos o del
nombramiento masivo de empleados públicos.
Para dar una idea de la importancia de estas decisiones sobre las
necesidades fiscales basta con observar que sólo en subsidios a empresas
públicas y privadas, el Estado nacional tiene que erogar, por año, poco
menos de $90.000 millones. El monto que se estima que el Estado
nacional recaudará con el impuesto a las ganancias de las personas
asciende a $20.000 millones. O sea, el impuesto a las ganancias de las
personas (que tanto rechazo genera) apenas alcanza para cubrir un cuarto
de lo que se gasta en subsidios a empresas.
El aumento en la presión tributaria hace a la esencia de la
estrategia económica y política iniciada en el año 2003 basada en una
vertiginosa expansión del tamaño del Estado. Prueba de ello es que el
gasto público más que se duplicó en términos reales al cabo de una
década. La apropiación de recursos para sostener esta expansión del
Estado se puede instrumentar por dos vía. Una, explícita y progresiva,
basada en impuestos directos como el impuesto a las ganancias. Otra,
oculta y regresiva, que sería utilizar más activamente el impuesto
inflacionario vía emisión monetaria sin respaldo.
Carece de lógica apoyar las decisiones oficiales y simultáneamente
rechazar los aumentos de impuestos para sostener el incremento de gasto
público. Salvo que se incurra en la hipocresía de pretender que sean los
más pobres (por la vía del impuesto inflacionario) los que se hagan
cargo de financiar el manejo dispendioso del sector público.
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Una deuda que Londres nunca honró febrero 10, 2012 By Moisés Resnick Brenner La presidente Cristina Fernández de Kirchner pidió con fuerza ante la Asamblea General de la ONU que se cumpla con alguna de las diez resoluciones sobre Malvinas, por no enumerar las 29 resoluciones del Comité de Descolonización, y agregó que, pese al interés argentino en el diálogo, el tiempo transcurre y se nos están sustrayendo ilícitamente recursos naturales en las islas por parte de Gran Bretaña, lo que nos obligará a romper acuerdos bilaterales firmados en 1999. Mientras el Comité de Descolonización vuelve a instar a las partes a negociar por Malvinas, los británicos no sólo incumplen esa disposición sino que su primer ministro, David Cameron, afirmó: “Punto final y final de la historia”; lo que llevó al gobierno argentino a denunciar un “aumento de la hostilidad británica” ante la ONU. Este rechazo inglés entronca, por lo abusivo, con el desconocimiento de sus compromisos fina...
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